"De cuando en cuando salgo de la penumbra de mis vigilias y veo uma vez más, por espacio de un instante, la luz de la luna llena sobre el borde plegado de mi manta, pesada, brillante, como una gran piedra plana, para volver a partir ciegamente en la búsqueda vacilante de mi conciencia que se desvanece, buscando sin pausa esa piedra que me atormenta, quizás escondida en alguna parte entre los escombros de mis recuerdos y que recuerda un trozo de grasa.Pienso que en otro tiempo un desagüe pluvial - doblado en ángulo obtuso, los bordes carcomidos por la herrumbre - debía desembocar en el suelo junto a ella, y me esfuerzo en hacer brotar por la fuerza su imagen en mi mente, para engañar mis pensamientos sobresaltados y hallar la tranquilidad del descanso."
Gustav Meyrink, El Golem, trad. Alaric Dukass, 2ª ed., Barcelona: Plutón ediciones, 2012, p. 14.
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