"- Nada más ridículo en Vetusta que el romanticismo. Y le llamaba romántico todo lo que no fuese vulgar, pedestre, prosaico, callejero, Visita era el papa de aquel dogma anti-romántico. Mirar a la luna medio minuto seguido era romanticismo puro; contemplar en silencio la puesta del sol... ídem; respirar com delicia el ambiente embalsamado del campo a la hora de la brisa... ídem; decir algo de las estrellas... ídem; encontrar expresión amorosa en las miradas, sin necesidad de ponerse la habla... ídem; tener lastima de los niños pobres... ídem; comer poco... oh! esto era el colmo del romanticismo.
- La de Páez no come garbanzos - decía Visita - porque eso no es romántico."
Leopoldo Alas "Clarín", La Regenta, 4ª ed., Barcelona: Editorial Optima, 1998, p. 341.
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