"De don Ciro contaban que el día que el Yayo, el herrador de Torrecillórigo, mató a palos a su madre y tras enterrarla bajo un montón de estiércol, se presentó a él para descargar sus culpas, don Ciro le absolvió y le dijo suavemente: «Reza tres Ave-marías, hijo, co mucho fervor, y no vuelvas a hacer.»"
Miguel Delibes, Las ratas, 9.ª ed., Barcelona: Ediciones Destino, 1982, p. 105.
No comments:
Post a Comment