"Con frecuencia desaparecían alumnos del Seminario, y los catedráticos contestaban con un guiño malicioso a las preguntas de los curiosos:
- Están «allá»... con los buenos. No pueden ver con calma lo que ocurre. Cosas de chicos... calaveradas.
Y las tales calaveradas les hacían sonreír con paternal satisfacción."
Vicente Blasco Ibáñez, La Catedral, Barcelona: Plaza & Janes Editores, 1976, p. 61.
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